La prueba del agua fría

Esta variante de las pruebas vulgares pudiera ser interesante que la tratemos porque nos puede conducir a hacer una propuesta más ajustada de la cara este del capitel de Frómista con que iniciamos este estudio: la de los hombres remando en un bote.
Pero antes vamos a tomar en consideración la iglesia que apenas habíamos comenzado a ver, la de Silió en el cántabro valle del Besaya.
Está claro que en ninguna de las tres escenas con porteadores de esta iglesia aparece la mano juradera en la boca del monstruo, pero, como hemos apuntado antes, sí que parece haber un juramento a mano elevada en el capitel del interior del ábside.
Pero hay otra escena de porteadores apenas conocida, pese a que Silió es una visita muy frecuente en los cursos de Aguilar. La oscuridad, las telarañas y que la iglesia sufrió un gran incendio en la guerra civil, impiden de una forma u otra ver los detalles.


En el arco triunfal, lado de la epístola, aparece –como vemos- un porteador con barrica, cuyo primer personaje sólo conserva la silueta. ¿En qué contexto se ilustra la escena? Pues el costado contrario también se volatilizó con el incendio, no queda nada identificable, pero el frente expone claramente una procesión, o al menos, una ceremonia religiosa. Veamos la foto.

Sobre el fondo de volutas, se distingue perfectamente una cruz procesional, portada en alto por un personaje que conserva la cabeza. A su derecha, se percibe correctamente la vestimenta de un personaje muy ancho, que bendice con la derecha –ha perdido los dedos bendicentes- pero sobre cuyo amplio pecho se percibe la dalmática sobre la que apoya su mano izquierda que posiblemente llevaba un báculo, ya que bajo la gran bola con caperuza que preside la escena, aún distinguimos la voluta. El asta, aunque roto, deja su marca más abajo de la vestidura religiosa. A su derecha, la silueta del primer porteador.
Esta escena nos permite proponer que pudiera formar parte del relato de una ordalía, aunque ya hemos comentado que todos los casos mostrados quizás representen una ceremonia litúrgica de la bendición de los campos o incluso, por la presencia del obispo, la consagración del templo.
Si fuera así –que estamos ante una ordalía con todo el ceremonial que lo acompañaba – y teniendo en cuenta que esta iglesia se levanta en el siglo XII, antes del concilio en que oficialmente se prohíben estas pruebas, (1215) pero no bien vistas por la Iglesia de Roma, esta representación pudiera darnos la explicación de por qué se picó sañudamente un capitel de Santillana –cuya iconografía probablemente ha influido en la de Silió- cuyos laterales son idénticos a otro capitel del mismo templo en donde se esculpe una escena de acarreo.

Los expertos con los que he comentado ese lapicidio sin aparente explicación, han apelado a algún contenido sexual, insólito en una escena de “constructores”. Sin embargo, si se hubiera incluído en la escena picada algo similar a lo que tenemos en Silió, relacionando el acarreo –si es ordalía- con la intervención eclesiástica, sí que pudiera haber provocado quizás en el siglo XIV o más tarde, en plena Inquisición, que se borrara ese apoyo clerical, para desvincular totalmente a la Iglesia de estas salvajadas.
Pero comenzábamos esta entrada hablando de una tercera variedad de pruebas vulgares; teníamos la del hierro al rojo, la del agua calda (que es la que pretendemos se representa en la cara central del capitel de Frómista) y finalmente la del agua fría, es decir, agua sin calentar. Se trataba, como ya hemos apuntado, de sumergir al o la candidato/a bien en una gran tina, bien en la corriente del río o en el mar, con el pie derecho atado a la mano izquierda y viceversa, de manera que esa inmovilidad dejaba a merced de Dios -que es de lo que se trataba- el conceder la supervivencia o no del sometido. Como ya hemos aclarado antes, los culpables eran los que flotaban, (el bendito agua lo rechazaba) y los inocentes se iban al fondo, confiándose en que la rapidez de su rescate evitara que un nuevo inocente fuera al paraíso.
En este interesante grabado del siglo XVII que aporta la wiki podemos ver una muestra de ambos resultados:

La figura principal, evidentemente una dama, muestra a la perdedora de la ordalía. En primer plano, sólo asoman las manos atadas del vencedor o vencedora, esperemos que felizmente recuperado instantes después.
Todo ello viene a cuento de una nueva sugerencia: existe en algunos lugares del norte de Burgos un motivo iconográfico en varias iglesias románicas donde podemos encontrar en el mismo enclave los portadores de barrica y personajes sobre una barca. Concretamente en la iglesia de Santa María de Siones hay un completo repertorio, siempre que lo aceptemos, aunque sea por unos momentos, que se ha querido mostrar una amplia variedad de pruebas ordálicas.
A la escena ya comentada de porteadores de barrica con presencia de dos personajes espectantes, algo siniestros, 
encontramos otros capiteles con personajes dentro de una barca. No hacen nada, aparentemente, no pescan, no reman, parece que hay una soga en la proa y los tres pasajeros solamente aparecen expectantes. ¿están esperando el resultado de una prueba del agua fría?

No acaban aquí las referencias. Naturalmente, este capitel ha sido objeto de múltiples especulaciones, entre ellas ésta que hacemos. Desde mención a navegantes irlandeses difundiendo la doctrina, hasta templarios y otras especies para gente de más imaginación que lectura. Pero esta imagen es muy parecida a la cara izquierda según miramos del capitel de Frómista que nos ocupa.


Proponemos -variando un poco nuestra primera lectura- que esta cara del capitel de la ordalía de Frómista, muestre otra variedad de la ordalía, que también pudiera haber sido practicada en Frómista o alrededores, que sería la ordalía del agua fría.
En Siones existen varios capiteles más que pueden referirse a pruebas vulgares, como este misterioso capitel en el que varios personajes permanecen sumergidos en una tina (prueba del agua fria) o este otro con grandes tinas esperando ser utilizadas en ¿pruebas de agua fría?


No sólo estos capiteles y algunos más de Siones sugieren este tipo de ceremonias; es que hasta reconocidos temas "habituales" reflejados en la iconografía de Siones tienen referencia directa a las ordalías ; por ejemplo, todos hemos visto que hay uno en el que reconocemos la lucha de David contra Goliat, identificado el rey-pastor con su onda y su cayado y el un tanto insólito Goliat a caballo, probable referencia a los nobles que abusaban de los campesinos en la zona. Pero es que la lucha de David contra Goliat es una clara ordalía, en la que Dios se pone, como se espera con un futuro rey de Israel, de parte del más débil.
Además, no faltan tampoco la referencia a la esencia que quedó de las ordalías tras la prohibición por la Iglesia, poco respetada por otro lado, ante la necesidad de determinar la culpabilidad en los pleitos en los que no se podía obtener la verdad por otros medios: el torneo, una ordalía que fue derivando a espectáculo. Aparte de que para la Iglesia el tema de las ordalías resultaba un negocio muy lucrativo -cada juicio les reportaba el equivalente al costo de una vaca- ya dijimos que se posicionaron en contra por las múltiples triquiñuelas y trampas que se hacía (la misma Iglesia no quedó ajena a ello) y porque al final muchas veces quedaban dañados quienes eran realmente inocentes.
Resulta sorprendente ver cómo en Siones -y en algunos enclaves cercanos, caso de Vallejo, o La Cerca
(La Cerca, Burgos, capitel ventana ábside)
se repite un tema que ha sido interpretado con respecto a algún significado que no sugiera la imaginación : la pesca milagrosa, etc.
Muy cerca de esta barca, en La Cerca, como hemos visto en Siones y como aparece en Vallejo, tenemos un torneo, una justa, una ordalía al fin, otra muestra de la justicia popular, esta vez con mediadora.

Resumamos: creemos que aunque la ordalía no era una prueba habitual, sí tenía la suficiente fuerza y la Iglesia tenía suficiente interés en pregonar su postura contraria porque su doctrina era contraria a los daños corporales, proponía que habría que buscar otras formas de realizar "inquisiciones" ante la comisión de delitos, rechazaba el abuso en que se incurría al realizarse muchos juramentos en falso y todo su empeño, al que se adhirió la monarquía reinante, impulsaba su eliminación, lo que no impidió su utilización ante la falta de otro tipo de pruebas inculpatorias, hasta bien entrado el siglo XIII y más allá. Es probable que en Frómista se haya realizado una denuncia de los monjes contra el abuso de los más débiles que sufrían obligados esas penas, tanto las de agua fría (lateral este del capitel) como del agua calda con juramento (cara central) y sus terribles consecuencias (cara oeste, con el tallista de la mano derecha inutilizada).

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